La sorpresa de la Pontevedrada: «Silvia Pereira, ¿quieres casarte conmigo?»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PADRÓN

Miguel se arrodilla y le pide a Silvia que se case con él. Ambos acababan de completar los 67 kilómetros de la Pontevedrada 2024
Miguel se arrodilla y le pide a Silvia que se case con él. Ambos acababan de completar los 67 kilómetros de la Pontevedrada 2024 C.B.

Miguel pidió matrimonio a su pareja en el Obradoiro tras completar la marcha a pie de 67 kilómetros

30 abr 2024 . Actualizado a las 18:38 h.

La pareja que forman Miguel Martínez Otero y Silvia Pereira Firmés, él de Noalla (Sanxenxo) y ella de Teis (Vigo), estaba este lunes casi recuperada del esfuerzo que supone completar los 67 kilómetros de la Pontevedrada. La marcha nocturna a pie entre la ciudad y Santiago para fomentar la donación de órganos y de sangre que se celebró entre el sábado y el domingo. Para Miguel era la octava edición y para Silvia, la segunda. Pero para ninguno de los dos la de este 2024 será una más.

Llevan diez años de relación y se conocieron trabajando en el casino de A Toxa, en O Grove. Al otro lado del teléfono, Silvia cuenta que en el 2023 había llegado hasta Padrón y este domingo superó ese umbral, pero iba «muy cansada» para completar los últimos 22 kilómetros hasta el Obradoiro. «Nosotros salimos a andar una vez a la semana. Me costó llegar a Padrón, tenía los gemelos duros y yo iba mentalizando a Miguel de que igual no llegaba». Él iba haciendo de psicólogo para animar a Silvia. Con tantos kilómetros en las piernas había que tirar de corazón más que de cabeza. Tenían que llegar porque esta semana Miguel lo había decidido: al alcanzar la mesa de la Pontevedrada instalada en la plaza le iba a pedir con un anillo que se casara con él. «Después de diez años de relación, como si tenía que cogerla al hombro», dice Miguel.

No hizo falta. Con esfuerzo, paciencia y tesón, Silvia llegó a la plaza. «Su ritmo es más rápido que el mío y ya le avisé de que lo hacía, pero que tenía que adaptarse a mi ritmo». Con lo que eso supone para el que va más rápido. Pero ni la Pontevedrada es una competición ni a Miguel le importaba bajar sus pasos esta vez. En anteriores ediciones la había completado antes de que la organización hubiera instalado el control de llegada. «Mi primer año había ido sin entrenar nada y después de Padrón iba como a dos kilómetros por hora. Sé lo que es emocionarse al llegar, yo por Milladoiro ya iba llorando», recuerda.

Silvia y Miguel se besan en la plaza del Obradoiro, en Santiago, este domingo, 28 de abril
Silvia y Miguel se besan en la plaza del Obradoiro, en Santiago, este domingo, 28 de abril C.B.

A las 12.20 horas del domingo se producía el momento. Miguel le daba su teléfono a un miembro de la Pontevedrada para que recogiera la petición y se arrodillaba ante el hito del kilómetro cero. «Silvia Pereira, ¿quieres casarte conmigo?». Su compañera dijo que sí, claro. «Cuando vi el anillo me di cuenta de que era verdad. Nunca habíamos hablado de casarnos, a mí ya me daba igual», decía Silvia este lunes. Ambos, pero sobre todo ella, son tímidos y vergonzosos, pero en esta ocasión no les importaron los aplausos que se escucharon en el Obradoiro. A esa hora había mucha gente en la plaza.

Todavía no tienen fecha para esa boda, pero sí saben que quieren «algo con poca gente». Miguel confiesa que el vídeo que pidió que le grabaran se lo envió a su suegra. «Parte de la familia aún no lo sabe», decía. Ambos quieren agradecer el trabajo de la organización de la marcha y ponen en valor todo lo que implica gestionar una andaina nocturna de tantos kilómetros y que además es para una buena causa: fomentar la donación de órganos y sangre. Miguel y Silvia son donantes de órganos.

«Yo he hecho alguna andaina de 100 kilómetros, pero la Pontevedrada es especial», apunta Miguel. «Participar es una forma de aportar», añade Silvia. Ellos dos sí que han aportado a la edición del 2024 que, en otras cosas, será recordada como aquella en la que el dorsal 735 pidió matrimonio al 734. Tras el momento y un masaje que recibió Silvia, comieron en Santiago, cogieron el tren, ducha y siesta más que merecida.