La nueva vida de un balneario modernista de 1937: comer en un museo a las orillas del Miño

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA CORTEGADA / LA VOZ

CORTEGADA

El matrimonio formado por Camilo y Francisca ofrece bacalao portugués
El matrimonio formado por Camilo y Francisca ofrece bacalao portugués Santi M. Amil

Un matrimonio portugués ofrece platos típicos de su país con la mejor materia prima en el emblemático enclave termal de Cortegada

24 abr 2024 . Actualizado a las 18:00 h.

La construcción del embalse de Frieira dejó a Cortegada sin termalismo, pero el histórico balneario de 1937 ha renacido en una versión que vuelve a llenar de riqueza a la localidad. La Fundación Balneario creó en el edificio modernista un museo para recordar la historia termal del municipio y desde hace unos años también ofrece servicio de restauración. Madre Auga es el nombre del restaurante habilitado en el museo de la mano de Camilo y Francisca, un matrimonio portugués que conquista paladares en Ourense con la mejor gastronomía de su país. Sus exquisitos bacalaos son la guinda del pastel en una terraza a los pies del Miño con unas espléndidas vistas al embalse.

Camilo Fernández lleva toda la vida dedicada a la hostelería. En Melgaço, su pueblo natal a apenas 20 minutos de Cortegada, ya regentó un restaurante: «Me invitaron aquí para ofrecerme trabajar el museo y ver si así arrancaba porque hubo varios intentos pero acabaron cerrando a los meses». El portugués se lanzó a poner a funcionar las cocinas del museo justo antes de la pandemia. El covid le obligó a cerrar su local en Melgaço y apostó por el balneario porque, en ese momento, las medidas en España eran más flexibles. Fue todo un acierto.

El histórico balneario se ubica en un entorno único
El histórico balneario se ubica en un entorno único Santi M. Amil

Pese a las limitaciones de actuar en el edificio histórico porque está protegido, el entorno hace el museo un lugar único. Situado en el final de un camino a los pies del Miño, en los largos balcones de la planta baja están prácticamente al mismo nivel que el embalse. En este primer nivel están los paneles informativos y parte de las mesas del restaurante. Por las ventanas, solo se ve agua. Pero lo más espectacular está en la planta superior: una gran terraza al aire libre en la que se puede comer con vistas el Miño.

Este paraje no implica un éxito asegurado y Camilo lo sabía, por eso tenía claro que quería ofrecer platos elaborados y diferentes: «No queríamos hacer lo mismo que el resto del pueblo o de lo que te puedes encontrar en los vinos de Ourense». Así que decidieron trasladar su cocina. La especialidad son los bacalaos portugueses, con una variada oferta y platos tan típicos como el «bacalao a la novia», que se llama así porque es el que se comía en los banquetes. La materia prima es la mejor que conocen, los fogones están a cargo de una portuguesa, Francisca, su mujer, y la presentación está cuidada al detalle. La carta se complementa con entrantes, opciones de carne de ternera gallega y postres. Preparan también una línea de pinchos portugueses.

Camilo quiso profesionalizar el museo y dar una comida a la altura de las vistas. Además, acogen eventos o banquetes y también se puede simplemente tomar algo. «Funciona de maravilla», asegura. Turistas, locales y vecinos portugueses llenan el local los fines de semana y, sobre todo, repiten. «Trajimos un perfil de cliente diferente y gente que viene porque sabe que lo llevamos nosotros», confiesa. Hasta el privilegiado balneario de Cortegada está llegando incluso gente que vive en Dubái pero quiere casarse a las orillas del Miño y disfrutar de los platos de Camilo y Francisca.