El hangar de Rozas de César Portela, una obra funcional de vanguardia

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

CULTURA

CEDIDA

La estructura se sostiene sobre cuatro pilares curvos y sin columnas

04 may 2024 . Actualizado a las 21:55 h.

Sentado bajo una pantalla que proyectaba su última obra, el hangar de Indra en el aeródromo de Rozas, el arquitecto César Portela, junto a Daniel Hermosilla, gerente del Grupo Rodiñas, empresa encargada del montaje de hormigón prefabricado, hicieron este lunes en Pontevedra una defensa de los oficios tradicionales para explicar las construcciones de vanguardia como la que acaban de levantar en Castro de Rei, en la provincia de Lugo. Con la misma pasión de un crío que descubre algo nuevo, estos dos veteranos del oficio contaron cada detalle de cómo dieron forma a una estructura que atrae la atención de ingenieros y arquitectos, pero que poco tiene que ver con la idea inicial que estaba en la mente de la multinacional. Superaron sus expectativas con un espacio abierto que montó la constructora lucense A2 a base de prefabricados de hormigón y metacrilato.

«Os problemas da arquitectura se plantexan igual nunha casa, nunha chabola ou nun hangar. Teñen que entrar persoas, aeronaves ou helicópteros e teñen que sentirse cómodos», apuntó Portela en su breve introducción. Esa funcionalidad tenía que trasladarse a una área diáfana con unas características muy concretas, donde la estética también era un aspecto a tener en cuenta.

Indra necesitaba una puerta de 20 metros de ancho para que pudieran entrar y salir aviones no tripulados de gran tamaño. A partir de esa exigencia, el Premio Nacional de Arquitectura 1999 diseñó un volumen novedoso y diferente a lo ya existente. Cuatro pilares curvos dejarían un espacio libre de aproximadamente 40 metros cuadrados con paredes y techos cubiertos de metacrilato que permitiesen la entrada de la luz, pero no el calor. Cuatro aberturas permitirán la circulación del aire en su interior. No se emplearon ladrillos. Ni siquiera para los pisos de oficinas donde se apoyan las vigas, eje central de esta construcción. Daniel Hermosilla, que mostró diapositiva a diapositiva cómo se fue elaborando el montaje de esos pilares curvos, que llegaron en tres secciones al aeródromo, insistió en que esta obra de ingeniería no sería posible sin los conocimientos que durante años fueron poniendo sobre la mesa los oficios tradicionales. «Cando alguén vén á nosa empresa, que é impresionante, lle digo que a nave é todo chatarra, o único que vale é o que sabemos facer, os nosos coñecementos», señaló Hermosilla, mientras César Portela asentía en la sala de conferencias de la Casa das Campás de Pontevedra, donde decenas de arquitectos e ingenieros acudieron a escuchar a los impulsores de una estructura de prefabricados que se sostiene sobre cuatro pilares.

El trabajo que realizaron para la multinacional Indra dejó muchas noches sin dormir a su equipo técnico. Así lo aseguraba con humor el CEO del Grupo Rodiñas mientras enseñaba imágenes del proceso: «Mentres montas unha obra deste tipo é difícil durmir, estás pendente do teléfono seguido, de que nada falle, pero cando estas obras faltan, nótase. Son a sal da vida».

El hangar de Indra no estará abierto al público, pero con la conferencia de ayer impulsada por el COAG quisieron darle la relevancia que tiene un edificio como este, vanguardista y funcional, diseñado por el Premio Nacional de Arquitectura.