Hijos de emigrados a Suiza se reúnen en Madrid: «El centro gallego era nuestro punto de encuentro con Galicia»

C. Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Reencuentro en Madrid de hijos de emigrantes gallegos en Suiza: María Teresa Rodríguez Castro, Isabel Gutiérrez López, Ana Maria Guerreiro Campelo ,Ana-María Roca Nieto, Valiñas, Cathy Freire Tesouro, Eva Añon Bouzas, Jacqueline Quintas Alfonso, Mary Paz Guerreiro Campelo, José Miguel González Fernández, Rosa Mari, José Luis Álvarez Casillas, Miguel Angel Gil Seco, Amador Sabio Orjales, Angelina Rodriguez Sandoval, Begonia Álvarez Casillas, Sandra Fontenla García, Ana Maria Gil Blas, Pili Rodriguez Castro, Susana Novoa Rodriguez y Maria Luisa González Álvarez
Reencuentro en Madrid de hijos de emigrantes gallegos en Suiza: María Teresa Rodríguez Castro, Isabel Gutiérrez López, Ana Maria Guerreiro Campelo ,Ana-María Roca Nieto, Valiñas, Cathy Freire Tesouro, Eva Añon Bouzas, Jacqueline Quintas Alfonso, Mary Paz Guerreiro Campelo, José Miguel González Fernández, Rosa Mari, José Luis Álvarez Casillas, Miguel Angel Gil Seco, Amador Sabio Orjales, Angelina Rodriguez Sandoval, Begonia Álvarez Casillas, Sandra Fontenla García, Ana Maria Gil Blas, Pili Rodriguez Castro, Susana Novoa Rodriguez y Maria Luisa González Álvarez

Se criaron en Lausana, donde compartían clases de baile, viajes y jornadas de diversión en el espacio cultural de Galicia. Ahora, tras casi 40 años sin verse, han pasado un fin de semana en la capital de España

01 may 2024 . Actualizado a las 17:09 h.

«Fue una época genial», dice Amador Sabio, gallego de 56 años afincado en Madrid desde hace 23. La capital de España fue el lugar elegida por él y otros veinte compañeros del Centro Galego de Lausana (Suiza) para reencontrarse, muchos de ellos, tras casi 40 años. «Nos conocimos de niños y uno de los chicos, José Luis Álvarez, creó un grupo en Facebook hace tiempo. A partir de ahí recuperamos el contacto e hicimos un chat en WhatsApp. Se hicieron algunas cenas en el pasado y los que viven todavía en Suiza sí que se ven más, ya que es más sencillo, pero el resto estamos esparcidos por diferentes ciudades. A una de las comidas que hicieron no pude asistir por motivos laborales y por eso dijimos que la próxima tenía que ser en Madrid. Así surgió hacer esta quedada, ya que fue un encuentro durante todo el fin de semana», explica.

Teresa Rodríguez Castro, que vive en Ponferrada, fue de las primeras en decir que sí a esa iniciativa y se puso manos a la obra. «El centro fue nuestro punto de encuentro con Galicia en el extranjero, incluso se han formado parejas ahí. Sobre todo, recuerdo el grupo de baile. Hacíamos muchas actividades de niños y disfrutábamos mucho», apunta la mujer, que acudió al encuentro con su hermana, Pili. «Nuestros padres se fueron con veinte y pocos años a Suiza. Mi padre nació en Ourense y mi madre en León», relata Tere, que ahora tiene 57 años, mientras que su hermana es un año menor. «Ella sigue en Suiza. Nacimos allí, pero nos criaron mis abuelos hasta que cuando yo tenía 7 años ya nos mudamos con nuestros padres a Lausana». Así, a pesar de no haber vivido ni nacido en Galicia, las dos mantienen sus raíces gallegas intactas gracias al centro gallego. 

Entre las actividades que realizaban de pequeños, todos recuerdan los numerosos viajes.«Con el grupo de baile participábamos en diferentes concursos e íbamos a actuar a distintos sitios, pero también hacíamos actividades que nada que ver con el baile. Nos juntábamos chicos de diferentes edades. Por ejemplo, Eva Añón, que vive en A Coruña era la más pequeñita entonces, tenía 2 años y yo 10», narra Teresa.

Para Amador, el centro fue clave en su desarrollo. «Para nuestros padres era un espacio en el que poder hablar gallego y español. Al final era una fórmula de mantener el idioma y estar unidos a nuestras raíces con Galicia». De hecho, confiesa que de niño no hablaba muy bien la lengua natal de sus padres. «En el colegio y en todas partes hablábamos francés. Tenía muchas carencias en español también», señala. En su caso, sus padres eran de Ortigueira y en la actualidad viven en Ferrol. «Yo me fui con 2 años, nací en Galicia, pero entonces mis progenitores ya establecidos en Suiza». Su primer recuerdo del centro gallego son las clases. «Empezamos a ir a raíz de amigos de mis padres, que se lo comentaron. Íbamos dos veces a la semana. Con el grupo de baile también íbamos a actuar los fines de semana por ahí. Incluso llegamos a ir a Francia. Hacíamos muchos viajes. Se convirtieron en salidas fantásticas para todos. Éramos 40 chavales de un lado a otro, nos lo pasábamos genial, bailábamos y nos hicimos amigos. También iban los padres con los profesores».

Bailes, viajes y cientos de anécdotas

Entre los progenitores, los miembros del grupo recuerdan en especial al de Sandra Fontenla, otra de las participantes en el reencuentro en Madrid. «Llevaba muchas de las actividades del centro, las organizaba y preparaba él», dice Amador. «Papá fue el iniciador de crear un grupo de baile, coral, hasta incluso un grupo de teatro en el Centro Gallego de Lausana. Organizaba las salidas en fiestas, festivales y muchas más cosas del grupo de baile y la coral, pero el profesor del grupo de baila Os Enxebres fue Manuel Rodríguez Novoa», señala Sandra Fontenla, que añade: «Se implicaba mucho en todo lo que era de promocionar la cultura gallega, hizo parte de la directiva para crear el centro de Lausana». Ella era muy pequeña entonces. «Yo solo era una niña…Empezamos a bailar con solo 5 añitos, Eva Añón, yo y otras más, éramos las peques del grupo». Sobre su padre, añade que también creo una emisión de radio que se llamaba Alborado, «donde todos los gallegos de Lausana podían los domingos por la mañana escuchar la radio en gallego».

Entre los muchos viajes que hicieron, Teresa destaca uno. «Fuimos a O Carballiño a participar en un campeonato de baile. Tenía 14 o 16 años. Fue genial», dice Teresa, que destaca la red de centros gallegos. «Al ir con el grupo de baile a otros espacios nos uníamos con gente gallega emigrada a otras ciudades de Suiza».

«Yo estoy en Francia. El de Madrid es nuestro primer reencuentro después de muchos años. El primero fue en Lausana en el 2018. Es increíble poder volver a juntarnos de nuevo. Significa volver a ver a chicos que son parte de nuestra juventud durante tantos años con el baile, la peña, los centros culturales y también los cursos de la escuela española que hacíamos por las noches, además de lecciones catecismo. Compartimos momentos únicos y mágicos que, la verdad me hubiese gustado que mis propios hijos pudiesen vivir. Tuvimos una suerte enorme, éramos todos muy unidos», destaca Susana Novoa Rodríguez, que organizó esa primera quedada en Suiza.

El centro gallego marcó su infancia y los mantuvo conectados con Galicia. «Recuerdo que también había días de misa española con el sacerdote Jesús, ya fallecido. Él contactó con el padre de Sandra, Ramón, y fuimos de viaje a su pueblo, en Navarra, por San Fermín, para bailar allí con el grupo. Nos acogieron en las casas de su familia, fueron súper amables», señala Teresa. 

«Para mí fue una época muy feliz en la que conocí a gente maravillosa. Entre el 80 y el 82 el centro gallego se cambió de local. La parte de arriba fue acondicionada por nuestros padres. Se creó un bar al que íbamos muchos findes. Participaron muchas personas. Se turnaban para atender el bar de dos en dos todos nuestros padres y todo sin ánimo de lucro. El de Lausana fue el centro gallego más grande del extranjero», explica Mari Paz Guerreiro Campelo.

Ahora, con el buen sabor de boca de su último encuentro, todos están deseando que llegue la siguiente quedada. Porque lo que unió Lausana ya nadie lo separa.